Siempre acabamos llegando a donde nos esperan
Esta
reflexión la he escrito después de leer "El viaje del
elefante", una reflexión sobre el sentimiento de "la
compasión solidaria" de José Saramago, primer escritor en lengua
portuguesa en recibir el Premio Nobel de Literatura en 1992.
Saramago
escribió este libro en el transcurso de una grave dolencia respiratoria que
hizo temer por su vida y que le llevó a estar ingresado en un hospital de la
isla a finales del año 2.008. El mismo llegó a dudar de que pudiera terminarlo.
Pero siete meses después puso punto final.
El escritor portugués falleció en la
isla de Lanzarote a la edad de 87 años en el 2010.
"Siempre acabamos
llegando a donde nos esperan".
La vida no deja de
sorprenderme. Cómo todo puede cambiar en un segundo, cómo todo se va encaminando
y nos va llevando a un lugar que desconocemos, pero que, seguramente, sea a
donde tenemos que llegar.
Estos últimos días
estuve reflexionando sobre los cambios que atravesamos a lo largo de la vida,
tanto en los personales como en los ajenos, y pude ver muchas cosas.
Ante determinadas
situaciones o circunstancias, nos podemos sentir raros, tristes, angustiados,
hasta perdidos, pero después de un tiempo, una vez atravesada la tormenta,
empezamos a ver las cosas con mayor claridad, hasta que aparece la luz.
Nos damos cuenta de que
por algo fue todo lo que vivimos, hubo un motivo por el cual esa persona,
relación, ese trabajo, momento o situación llegó a nuestra vida. Por algo nos
tocó vivir esa circunstancia, estar en ese lugar, ocupar determinado espacio.
Cuando frenamos y
miramos dónde estamos y dónde solíamos estar, nos damos cuenta de que aquello
que nos perturbó nos llevó a ser quienes somos hoy en día.
Logramos ver que las
historias que vivimos, aunque algunas nos hayan causado dolor, nos hicieron
fuertes en algún aspecto, pero, simplemente, en ese tiempo no pudimos tomarlo
de tal manera.
La vida trata de
experimentar cosas, así: aprendemos, nos equivocamos, caemos, nos levantamos y
después seguimos; a veces sin rumbo, otras con un poco de claridad, algunas con
un objetivo concreto.
Todo en la vida tiene
una razón de ser, creo que es una preparación para nuestro “Yo” de hoy y de
mañana, para ir formándonos como personas, para ser capaces de elegir nuestro
rumbo o para salir de aquél en el que estábamos y en el que no éramos
felices.
Por algún motivo que
desconocemos, pasamos por situaciones, relaciones, momentos, circunstancias que
nos van preparando. Recuerdo la frase que le dice Romeo a Julieta, en la
tragedia del escritor William Shakespeare: “Soy un juguete del destino”.
No sé si el destino
existe o no, pensar en el determinismo me hace sentir que no tengo libertad,
pero esa frase se ajusta en algo a lo que expuse hasta ahora si tenemos en
cuenta que, muchas veces, no encontramos explicación a cosas que suceden,
simplemente ocurren y por más que intentemos explicarlas, no siempre
encontramos un fundamento lógico y racional.
Pensé en la vida como un
rompecabezas, donde las piezas están mezcladas, separadas. Al intentar armarlo
vamos uniendo algunas, un par encajan y otras no, las vamos reemplazando por
otras, hasta encontrar la perfecta y, así, sucesivamente, hasta formar una
imagen.
Cada parte se va uniendo
con el todo y, de a poco, aunque nos lleve tiempo y perdamos la paciencia en el
intento, logramos juntar a todas ellas.
La vida es así para mí.
Tratamos de armar nuestro propio rompecabezas, de ir uniendo las piezas, cuando
éstas no encajan las sustituimos por otras, hasta lograr acercarnos cada vez
más a un todo perfecto.
Si hay algo de lo que
estoy segura es que, tarde o temprano, todo resulta como tiene que ser, como
dijo el escritor José Saramago: “Siempre acabamos llegando a donde nos esperan”
Comentarios
Publicar un comentario